LA ADORACIÓN DE LOS REYES

    

                        LA ADORACIÓN DE LOS REYES

  Retablo casi cuadrado y en buen estado de conservación. Consta de diez tablas verticalmente unidas y sujetas por travesaños de fecha posterior.
  Por su disposición, el cuadro se parece a un enorme boceto en el que Leonardo trazó con pincel las figuras y el proyecto de la arquitectura del fondo. Los numerosos pentimentis, indican el carácter de boceto del cuadro. La figura del primer plano a la derecha, la del anciano a la izquierda y las copas de los árboles, son las más modeladas y hasta cierto punto parecen totalmente acabadas. El barniz aplicado, como mínimo en dos capas y muy amarillento, perjudica la visibilidad de muchos detalles.
  Leonardo dejó inacabada la Adoración al término de su primera estancia florentina 1482-1483. No es seguro que el cuadro fuese algunavez propiedad de quienes lo habían encargado, los monjes de San Donato Scopeto. De todas las obras de la primera estancia de Leonardo en Florencia, es la única documentada a través de un contrato. Sólo los dibujos de Leonardo pueden considerarse como estudios preliminares efectivos. 
   En la tabla aparecen los tres reyes llegados de Oriente adorando al Niño Jesús aunque la identificación puede ser algo discutible. El hombra mayor situado detras de la Virgen puede ser san José, la figura con barba postrada en el suelo delante de la Virgen, el rey de mayor edad (Gaspar), y el joven arrodillado a su lado (Melchor),. La figura arrodillada a la derecha probablemente el rey Baltasar que hace entrega de su obsequio, el incienso.
  El punto de partida de la composición de Leonardo fué la Adoración de los Magos de Sandro Boticelli. Existen numerosas interpretaciones iconográficas globales como la de Margit Lisner (1981) para el que el motivo central es la entrega del incienso que efectúa el segundo rey, con lo que se asegura la referencia a la eucaristía inevitable en un altar mayor. En su opinión, el obsequio evoca directamente el sacrificio de Cristo celebrado en el altar, con el que, en la linea de la concepción agustiniana tradicional, se relaciona el simbolismo del árbol de copa ancha que aparece encima.
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