Leonardo ha generado multitud de leyendas, mitos, rumores que forman una larga lista de mitología leonardesca.
Dejando al margen la mitología barata, el Leonardo pintor ofrece una fuente continua de debate,se cree que aproximadamente dos tercios de la obra pictórica del maestro se ha perdido. Esto ha generado que, a lo largo de los últimos 150 años infinidad de críticos, divulgadores, o simplemente cantamañanas ávidos de atención hayan sacado a la luz multitud de pinturas publicitadas como un nuevo Leonardo , apoyados por textos y bocetos que testifican la existencia del original. El supuesto hallazgo de un nuevo original de Leonardo es siempre acompañado de un enorme eco en la prensa y círculos artísticos, y pone el nombre del presunto descubridor en el escaparate del no siempre cauto mundo del Arte.
Debido a los constantes debates sobre la autenticidad o no de las obras de Leonardo da Vinci, el catálogo de obras del maestro permanece en constante fluctuación, añadiéndose nuevas obras que son rechazadas al cabo de unos años, y eliminándose otras que son después readmitidas por ciertos sectores de la crítica. Vamos a comentar aquí las obras universalmente admitidas como auténticas.
La última cena es una pintura mural original de Leonardo da Vinci, ejecutada entre 1495 y 1497 se encuentra en la pared sobre la que se pintó originariamente, en el refectorio del convento dominico de Santa María Della Gracie en Milán ( Italia)- La pintura fue elaborada, para su patrón, el duque Ludovico Sforza de Milán. No es un fresco tradicional, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre dos capas de preparación de yeso extendidas sobre enlucido. Mide 460 cm. de alto por 880 cm. de ancho. Muchos expertos e historiadores del arte, consideran la La Última Cena como una de las mejores obras pictóricas del mundo
Leonardo creó La última cena, su mejor obra, la más serena y alejada del mundo temporal, durante esos años característicos por los conflictos,las intrigas, las preocupaciones y las calamidades.Leonardo trabajó en esta obra más deprisa y con mayor continuidad que nunca durante tres años. Dealguna manera, supo hallar en este cuadro una tarea que lo absorbió por completo, forzando al artista a terminarla.
En su novella LVIII, Matteo Bandello, que conoció bien a Leonardo, escribe que lo observó muchas veces:
«a la mañana temprano subir al andamio, porque la Última Cena estaba un poco en alto; desde que salía el Sol hasta la última hora de la tarde estaba allí, sin quitarse nunca el pincel de la mano, olvidándose de comer y de beber, pintando continuamente. Después sabía estarse dos, tres o cuatro días, que no pintaba, y aun así se quedaba allí una o dos horas cada día y solamente contemplaba, consideraba y examinando para sí, las figuras que había pintado. También lo vi, lo que parecía caso de simpleza o excentricidad, cuando el Sol está en lo alto, salir de su taller en la corte vieja» - sobre el lugar del actual Palazzo Reale - «donde estaba aquel asombroso Caballo compuesto de tierra, y venirse derecho al convento de las Gracias: y subiéndose al andamio tomar el pincel, y dar una o dos pinceladas a una de aquellas figuras, y marcharse sin entretenerse».
En la obra los discípulos y Jesús aparecen sentados, se agrupan en cuatro grupos de tres, dejando a Cristo relativamente aislado.De izquierda a derecha según las cabezas, son: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés en el primer grupo; en el segundo Judas Iscariote con pelo y barba negra, Simó Pedro y Juan, el único imberbe del grupo; Cristo en el centro; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe, también sin barba en el tercer grupo; Mateo, aparentemente sin barba o con barba rala, Judas Tadeo y Simón el Celote en el último. Todas las identificaciones provienen de un manuscrito autógrafo de Leonardo hallado durante el siglo XIX.
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Dejando al margen la mitología barata, el Leonardo pintor ofrece una fuente continua de debate,se cree que aproximadamente dos tercios de la obra pictórica del maestro se ha perdido. Esto ha generado que, a lo largo de los últimos 150 años infinidad de críticos, divulgadores, o simplemente cantamañanas ávidos de atención hayan sacado a la luz multitud de pinturas publicitadas como un nuevo Leonardo , apoyados por textos y bocetos que testifican la existencia del original. El supuesto hallazgo de un nuevo original de Leonardo es siempre acompañado de un enorme eco en la prensa y círculos artísticos, y pone el nombre del presunto descubridor en el escaparate del no siempre cauto mundo del Arte.
Debido a los constantes debates sobre la autenticidad o no de las obras de Leonardo da Vinci, el catálogo de obras del maestro permanece en constante fluctuación, añadiéndose nuevas obras que son rechazadas al cabo de unos años, y eliminándose otras que son después readmitidas por ciertos sectores de la crítica. Vamos a comentar aquí las obras universalmente admitidas como auténticas.
LA ULTIMA CENA
La última cena es una pintura mural original de Leonardo da Vinci, ejecutada entre 1495 y 1497 se encuentra en la pared sobre la que se pintó originariamente, en el refectorio del convento dominico de Santa María Della Gracie en Milán ( Italia)- La pintura fue elaborada, para su patrón, el duque Ludovico Sforza de Milán. No es un fresco tradicional, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre dos capas de preparación de yeso extendidas sobre enlucido. Mide 460 cm. de alto por 880 cm. de ancho. Muchos expertos e historiadores del arte, consideran la La Última Cena como una de las mejores obras pictóricas del mundo
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La última cena |
En su novella LVIII, Matteo Bandello, que conoció bien a Leonardo, escribe que lo observó muchas veces:
«a la mañana temprano subir al andamio, porque la Última Cena estaba un poco en alto; desde que salía el Sol hasta la última hora de la tarde estaba allí, sin quitarse nunca el pincel de la mano, olvidándose de comer y de beber, pintando continuamente. Después sabía estarse dos, tres o cuatro días, que no pintaba, y aun así se quedaba allí una o dos horas cada día y solamente contemplaba, consideraba y examinando para sí, las figuras que había pintado. También lo vi, lo que parecía caso de simpleza o excentricidad, cuando el Sol está en lo alto, salir de su taller en la corte vieja» - sobre el lugar del actual Palazzo Reale - «donde estaba aquel asombroso Caballo compuesto de tierra, y venirse derecho al convento de las Gracias: y subiéndose al andamio tomar el pincel, y dar una o dos pinceladas a una de aquellas figuras, y marcharse sin entretenerse».
En la obra los discípulos y Jesús aparecen sentados, se agrupan en cuatro grupos de tres, dejando a Cristo relativamente aislado.De izquierda a derecha según las cabezas, son: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés en el primer grupo; en el segundo Judas Iscariote con pelo y barba negra, Simó Pedro y Juan, el único imberbe del grupo; Cristo en el centro; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe, también sin barba en el tercer grupo; Mateo, aparentemente sin barba o con barba rala, Judas Tadeo y Simón el Celote en el último. Todas las identificaciones provienen de un manuscrito autógrafo de Leonardo hallado durante el siglo XIX.
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