LA EXTRAÑA AVENTURA DE LOS MANUSCRITOS DE LEONARDO II
En el siglo XVIII se produjeron nuevos «movimientos» de manuscritosde Leonardo. Hacia 1715 Lord Leicester adquirió el códice que lleva hoy su nombre y se lo llevó a Inglaterra. El Códice Trivulziano (famoso por la larga lista de palabras registradas por Leonardo) volvió hacia 1750 a la Biblioteca Ambrosiana de la que había sido retirado, después de la primitiva donación, por Arconati. A fines de ese siglo volvieron a entrar en circulación los códices que parecían haber encontrado un paradero definitivo. Napoleón Bonaparte, al entrar victorioso en Milán el 15 de mayo de 1796 y en cumplimiento de las órdenes del Directorio, organizó un saqueo sistemático de obras de arte y de cultura.El Códice Atlántico y los manuscritos de la Ambrosiana figuran entre las obras valiosas que fueron enviadas a París. El códice quedó depositado en la Biblioteca Nacional y los otros manuscritos fueron confiados al Instituto de Francia. Una vez terminada la aventura napoleónica, los gobiernos interesados obtuvieron la restitución de los tesoros que les habían sido arrebatados: el Códice Atlántico volvió a Milán pero el Instituto de Francia conservó los otros manuscritos.
En el siglo XIX las bibliotecas inglesas se enriquecieron con nuevos documentos de Leonardo. En 1876 John Forster donó al South Kensington Museum (que es hoy el Victoria and Albert Museum) tres cuadernos que hoy llevan el nombre del donador. Paralelamente a este noble gesto de generosidad hay un episodio desconcertante.
En el siglo XIX las bibliotecas inglesas se enriquecieron con nuevos documentos de Leonardo. En 1876 John Forster donó al South Kensington Museum (que es hoy el Victoria and Albert Museum) tres cuadernos que hoy llevan el nombre del donador. Paralelamente a este noble gesto de generosidad hay un episodio desconcertante.
Guglielmo Libri, bibliófilo, erudito y uno de los pioneros de la moderna historiografía científica, se interesó por Leonardo y proyectó incluso publicar todos sus escritos inéditos. Libri que entre otras cosas era conde tenía una curiosa debilidad. Así, no pudo resistir a la tentación de sustraer algunas páginas de los manuscritos mientras los consultaba en el Instituto de Francia. La suya no era la manía delestudioso que se considera único destinatario de los originales de un autor al que dedica todos sus desvelos. No, simplemente Libri tenía un talento particular para comerciar con estas reliquias. Y así fue como algunas páginas de los manuscritos de Leonardo fueron a parar a Inglaterra.
Poco después el pequeño códice sobre el vuelo de los pájaros era comprado por 4.000 liras por el Conde Manzoni, quien más tarde lo cedió al ilustre leonardista Teodoro Sabatchnikof. Los responsables del Instituto de Francia sospecharon inmediatamente de Libri, que era la única persona que había tenido libre acceso a los manuscritos parisienses. Libri negó obstinadamente pero las pruebas contra él eran tan abrumadoras que fue condenado en rebeldía a diez años de reclusión. Las hojas que habían pasado a Inglaterra fueron devueltas al Instituto y Sabatchnikof entregó el Códice sobre el vuelo de los pájarosa la Biblioteca de Turin, donde seconserva actualmente.
Poco después el pequeño códice sobre el vuelo de los pájaros era comprado por 4.000 liras por el Conde Manzoni, quien más tarde lo cedió al ilustre leonardista Teodoro Sabatchnikof. Los responsables del Instituto de Francia sospecharon inmediatamente de Libri, que era la única persona que había tenido libre acceso a los manuscritos parisienses. Libri negó obstinadamente pero las pruebas contra él eran tan abrumadoras que fue condenado en rebeldía a diez años de reclusión. Las hojas que habían pasado a Inglaterra fueron devueltas al Instituto y Sabatchnikof entregó el Códice sobre el vuelo de los pájarosa la Biblioteca de Turin, donde seconserva actualmente.
La aventura de los manuscritos leonardianos podría considerarse terminada si una noticia sensacional no hubiera conmovido al mundo de la cultura. En efecto, en 1967 se anunció oficialmente que en la Biblioteca Nacional de Madrid habían sido descubiertos dos códices de Leonardo que se consideraban perdidos.
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